A menudo acuden a la consulta padres con hijos adolescentes que están atravesando esta desafiante etapa. En muchas ocasiones acuden con una mezcla de angustia y confusión y la pregunta más frecuente suele ser “¿esto es normal?”.
A menudo acuden a la consulta padres con hijos adolescentes que están atravesando esta desafiante etapa. En muchas ocasiones acuden con una mezcla de angustia y confusión y la pregunta más frecuente suele ser “¿esto es normal?”.
Sin duda la educación y la crianza es una de las más apasionantes y a la vez desafiantes tareas que se nos pueden presentar. Todo un reto empatizar con la infancia y crear vínculos sanos dentro de la familia.
Tanto padres y madres, como cualquier otra persona implicada en la vida del niño/a intentan desarrollar el potencial del niño y acompañarlo hacia el éxito en todas sus facetas. Nuestro objetivo es el desarrollo global de su personalidad, así como favorecer su desarrollo cognitivo-motor y afectivo-social.
Pero a veces sentimos que no lo hacemos bien, ya que es difícil desde nuestra mirada como adultos, con una historia previa experiencias positivas y negativas, y contando, además, con un contexto socio-laboral que no siempre favorece ser un buen referente para nuestros hijos las 24 horas el día, ya que al final de la jornada la aparición del estrés y el cansancio es inevitable. El adulto acompaña los aprendizajes que ellos todavía no han atravesado, e intenta ver el mundo como ellos lo ven, por ello, vamos a intentar dar algunas pautas para que podamos empatizar con ellos y ayudarlos de una forma más precisa y eficaz:
-No restes importancia a lo que el niño se la da: a menudo se nos olvida que nosotros también fuimos niños y necesitamos una serie de experiencias emocionales para poder madurar. Cuando el niño nos transmita preocupación, alegría, enfado… cualquier emoción relacionada con algo que ha vivido, debemos entender que ha sido algo lo suficientemente importante como para provocar estas emociones en él, y así debemos tratar esa información. Acompañarle y ayudarle en la gestión de esta emoción desde el prisma con el que él la ve le aportará seguridad, al sentirse comprendido y arropado. Por ello, es de suma importancia ayudarles a identificar y poner palabras a lo que les ocurre, así como ayudarles a pensar ya que las palabras y el diálogo son siempre sanadores.
-Démosles pautas concretas y específicas: ¿cuántas veces hemos utilizado frases como «pórtate bien“ o ”así no se hace”? Quizás nosotros, como adultos entendemos a que se refieren estas pautas, pero no olvidemos que los niños están en una etapa de constante aprendizaje y evolución y por lo tanto, hay muchas cosas que les quedan todavía por aprender. Es muy importante que les acotemos y especifiquemos al máximo qué esperamos de ellos o qué les pedimos porque un “pórtate bien” dependiendo del contexto y la persona puede significar “quédate sentado y callado” y en otro contexto diferente puede ser “habla con los demás e interésate por ellos”. Por lo tanto, las pautas ambiguas y abstractas en etapa de aprendizaje crean en el niño confusión e inseguridad, así que es importante tratar de concretarlas al máximo y que el propio niño sea capaz de evaluar si está actuando de forma correcta o no.
-Dejémosles tomar sus propias decisiones: la toma de decisiones es una capacidad que va a marcar gran parte de nuestra vida como adultos, por lo tanto, es importante que durante la infancia y adolescencia ya vaya configurándose y poniéndose en práctica. Por supuesto, hay decisiones que ellos no pueden tomar todavía por su etapa madurativa, pero otras muchas sí, como organizarse el tiempo de estudio, las tareas, decidir qué aficiones o actividades extraescolares quieren probar…No olvidemos que los niños no son una copia de sus adultos de referencia, pueden tener gustos, aficiones e ideales diferentes y debemos permitirles desarrollarlos e ir conociéndose y descubriéndose a ellos mismos. Además, todo esto contribuirá a que el niño compruebe las consecuencias de sus decisiones y pueda responsabilizarse de éstas, algo primordial en el proceso evolutivo.
Hemos resumido 3 de las claves que pueden resultarnos útiles en la educación y crianza de los niños, siempre partiendo de la empatía, la comprensión y el respeto, los cuales han de ser siempre nuestros guías.
Educar es comunicación, educar es cuidar de la vida y no siempre es fácil. Hay un proverbio africano que dice que hace falta toda una tribu para educar a un niño.
Cristina Lambán Sánchez
Hace un año, cuando todavía no teníamos blog, realizábamos nuestra primera colaboración con un artículo para el blog de Pajarito Pinzón (www.pajaritopinzon.com). En ese post hablábamos de algunas recomendaciones para volver a recuperar hábitos y rutinas con los peques con motivo de la vuelta al cole. Hoy recuperamos este artículo para compartirlo con todos vosotros, ya que acaba de llegar septiembre y toca volver a ordenarse.
Septiembre está ya está aquí y la “vuelta al cole” nos espera. Durante el verano todos, adultos y niños, perdemos las rutinas y nos desordenamos en muchos aspectos de nuestra vida diaria: nos acostamos más tarde, nos levantamos más tarde, dormimos más horas, comemos a horas diferentes, se sale más, se hace la vista gorda con las obligaciones… Y por ello la vuelta a la rutina nos resulta en muchos casos costosa: sueño, malestar, bajo estado de ánimo, negatividad…
Por ello, para evitar sensaciones negativas, es recomendable realizar un periodo de adaptación con los pequeños de la casa para, poco a poco, recuperar hábitos y rutinas diarias. Los niños y niñas necesitan un orden en sus vidas para estar felices y desarrollarse adecuadamente.
¿Cómo lo podemos hacer? ¿En qué nos centramos primero? Hay dos áreas que son importantísimas a la hora de recuperar los hábitos diarios y organizar los ritmos biológicos en los niños: el sueño y las comidas. Las rutinas no serán algo nuevo, sin embargo, no podemos recuperarlas de hoy para mañana. Para ello, podemos empezar a aplicar unas cuantas pautas una semana antes del inicio de las clases, de manera progresiva.
Para recuperar hábitos y rutinas de sueño, es muy importante recuperar los horarios de acostarse y levantarse, ya que durante las vacaciones nos acostamos y levantamos más tarde, además de que se duermen más horas. Por ello, es importante empezar a adelantar el horario de irse a la cama. ¿Cómo? Una tarde llena de actividad hará que el niño se canse y que se duerma con más facilidad. De esta manera podremos adelantar también la hora de levantarse.
No hay que olvidarse de que los pequeños tienen que dormir unas horas concretas, dependiendo de la edad, por ello es importante que todos los días duerman el mismo número de horas.
Hay otras rutinas relacionadas con el sueño que nos pueden resultar de ayuda: darse un baño o ducha, ponerse el pijama, leer un cuento,… cada uno tiene su hábito. El ir introduciendo estas pequeñas cosas, que el niño/a ya ha estado haciendo durante todo el curso, puede ayudar a que nuestro hijo se adapte más fácilmente.
Durante el verano también se desordena la alimentación. Es importante establecer unos horarios fijos de comidas que se empiecen a parecer a los que el niño/a va a tener cuando empiece el colegio y que a la vez vayan en consonancia con los nuevos hábitos de sueño.
Como en el caso de los hábitos de sueño, recordar y empezar a poner en práctica las normas básicas en relación a las comidas (lavarse las manos, sentarse a la mesa, ponerse el babero o la servilleta, no levantarse de la mesa, etc.) también nos van a ayudar.
Llevar unos horarios ordenados en las comidas son un punto esencial a la hora de recuperar «la normalidad» y fomentar el bienestar de nuestros pequeños.
Todo esto no lo podemos aplicar de golpe, todo lo nuevo de vez. Podemos ir introduciendo uno o dos cambios al día, para que la adaptación sea progresiva. Nos ayudará explicarle que como va a volver pronto al cole vamos a empezar a hacer las cosas de manera ordenada, como hemos hecho durante el curso anterior, así no le pillará de sorpresa.
Además, los adultos nos tenemos que olvidar de verbalizar “la pena que tenemos de volver a la rutina”. Hay que evitar darle una connotación negativa a la vuelta al cole, los niños son esponjas y por muy pequeños que sean acaban reflejando lo que los adultos les transmitimos. Por ello, podemos ayudar reforzando día a día los aspectos positivos que tiene la vuelta (por ejemplo, que van a ver a sus amigos y amigas) y relacionarla con aspectos que al niño/a le gusten (por ejemplo, si le gusta pintar diciéndole que el cole va a poder pintar y hacer manualidades, o si le gusta la naturaleza que va a aprender muchos animales nuevos, etc.).
Todo esto, y todo lo que se nos ocurra que pueda ayudar, va a hacer que en unos días todo se reorganice y los pequeños de la casa estén felices y contentos con la vuelta a la rutina. Y de revote, a los adultos también nos ayuda, porque recuperar hábitos y rutinas y, en consecuencia, llevar una vida ordenada favorece nuestro bienestar.
Así que ¡hoy toca ponerse manos a la obra! La vuelta al cole está en nada aquí (dependiendo de la Comunidad Autónoma para unos mas cerca que para otros) y no queremos que «nos pille el toro».
Podéis leer el artículo original aquí.